lunes, 19 de septiembre de 2011

PFRH - III BIMESTRE - 3ro de Secundaria

ADOLESCENCIA Y SOCIALIZACION

  1. AUTORREGULACIÓN DE LAS EMOCIONES

La emoción se puede definir como una reacción que se experimenta debido a una fuerte conmoción del estado en ánimo. Suele ir acompañada de expresiones faciales, motoras, etc., y surge como resultado de una situación externa concreta, aunque también puede ser provocada por una información interna del propio individuo (como un recuerdo o una sensación).

A partir de esta definición podemos determinar que las emociones son fenómenos multidimensionales caracterizados por cuatro elementos: cognitivo (cómo se llama lo que siento), fisiológico (qué cambios experimento), funcional (cómo la emoción dirige mi conducta) y expresivo (qué señales corporales manifiesto).

Desarrollo emocional y maduración

Las diferencias individuales en la manifestación de las emociones se originan a partir de la herencia y el entorno.

La herencia produce unos esquemas de comportamiento emocional que quedan reflejados en lo que llamamos temperamento. Sin embargo, la influencia del entorno es, asimismo, fundamental, sobre todo en los primeros años de vida y en el ámbito familiar, ya que a lo largo del proceso de aprendizaje y del establecimiento de relaciones sociales, las emociones se van modelando y con ello van cambiando aspectos como la expresión del enojo o la alegría.

Se puede afirmar, entonces, que las personas van configurando unos esquemas emocionales a partir de la experiencia y el temperamento. Estos esquemas constituyen la esencia de las diferencias individuales, ya que en ellos se basan los estilos de respuesta emocional que caracterizan a cada persona.

A lo largo de las etapas del desarrollo se aprecian características comunes en la dimensión emocional de las personas:

v En la niñez. Los niños exteriorizan sus emociones para satisfacer sus necesidades básicas (lloran por hambre) hasta que pueden expresar sus emociones con el lenguaje. Durante el preescolar expresan sus emociones según el modelo aprendido en su familia. En la escuela se incorporan a reglas más complejas para ampliar sus aprendizajes emocionales.

v En la adolescencia. El adolescente expresa sus emociones de dos maneras: impulsivamente (no respeta las normas) o retrayéndose (se siente incomprendido).

v En la edad adulta. Los adultos expresan sus emociones teniendo en cuenta las normas sociales pues han aprendido a controlarlas y anticiparlas.

La inteligencia emocional

Daniel Goleman la define como la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones.

Goleman consideró cinco aptitudes emocionales que a su vez clasificó en dos grandes grupos:

APTITUDES PERSONALES

Determinan el dominio de uno mismo

APTITUDES SOCIALES

Determinan el manejo de las relaciones

Autoconocimiento

Autorregulación

Motivación

Empatía

Habilidades sociales

La autorregulación

Es la aptitud mediante la cual la persona puede manejar sus propios estados internos, sus impulsos y sus recursos. La persona que es capaz de autorregularse encuentra la manera de controlar y canalizar sus emociones adecuadamente y se conforma por otras cinco aptitudes emocionales:

- El autodominio, controlar las emociones.

- La confiabilidad, mantener la honestidad e integridad.

- La escrupulosidad, aceptar la responsabilidad personal.

- La adaptación, flexibilidad ante los cambios.

- La innovación, tener buena disposición para las novedades.

  1. EL SER HUMANO EN EL CONTEXTO SOCIAL

Dimensiones de la vida en sociedad

Los roles sociales son patrones de conducta que deben cumplir las personas de acuerdo con su posición en la sociedad. Existen dos tipos de roles: ADSCRITOS (asignados a la persona y no están bajo su control como ser hombre, mujer, niño, adulto, etc.) y ADQUIRIDOS (que se consiguen con esfuerzo como ser profesional).

Los roles sociales orientan las interacciones diarias, ya que permiten prever la conducta ajena, como por ejemplo, la que debe tener un padre de familia, un sacerdote o un director.

Las interacciones sociales se orientan mediante normas, que son criterios sobre las conductas consideradas correctas. Estas normas se forman a partir de la percepción de lo que los demás piensan o hacen. Por lo tanto, varían de un grupo social a otro. Son útiles por que definen las conductas esperadas y sancionan las que el grupo considera incorrectas.

Existen diversos tipos de normas sociales:

- Normas religiosas: son establecidas por los diferentes cultos.

- Normas morales: son las que dicta la propia conciencia.

- Normas jurídicas: son las que impone la sociedad para regular la convivencia.

El proceso de socialización

A través del proceso de socialización obtenemos la experiencia necesaria para integrarnos a la vida en sociedad. La socialización se produce como resultado de la interacción con diversos agentes, como la familia, la escuela o el grupo de amigos, e influye en el desarrollo de la personalidad. A través de la socialización, las personas moldeamos nuestras emociones y adquirimos actitudes, normas sociales y valores.

El proceso de socialización se consolida cuando tenemos una identidad social definida, que se caracteriza por aceptar y cumplir las normas sociales por convicción (lo cual implica sentirse parte del grupo social), y por comprometerse a respetar y hacer respetar dichas normas.

La formación de actitudes

La actitud es la combinación de creencias y emociones que nos predisponen a actuar positiva o negativamente ante otras personas, situaciones u objetos.

Las actitudes se adquieren de diversas maneras: a través de la experiencia personal, de la interacción con otras personas que sostienen una actitud en particular, o de la crianza familiar. En este último caso, los valores, creencias y comportamientos de los padres influyen en las actitudes que más tarde desarrollarán sus hijos.

La influencia del grupo de amigos y de los medios de comunicación también intervienen en la adquisición de actitudes. La información que ofrece la televisión, por ejemplo, tiene un fuerte impacto en las personas. Los investigadores Heath y Gilbert concluyeron que el 99% de los hogares estadounidenses tienen por lo menos un televisor que mantienen encendido 7 horas diarias como mínimo. Los espectadores frecuentes demostraron tener desconfianza de la gente y sobredimensionaban la posibilidad de que alguien llegara a lastimarlos. Estas actitudes se basaban en la concepción negativa del mundo (un lugar peligroso y amenazante) que adquirieron a través de este medio.

  1. CONFLICTOS Y RELACIONES INTERPERSONALES

El conflicto es un tipo de enfrentamiento que involucra a dos o más partes (personas, grupos o Estados). Para que surja, las partes involucradas deben percibir que sus objetivos no son compatibles, lo cual, si no se maneja adecuadamente, puede desencadenar actitudes hostiles.

A pesar de ello, no podemos afirmar que los conflictos sean algo negativo, pues cuando las personas o partes involucradas se acercan para buscar soluciones basadas en acuerdos, se produce la integración y se impulsa al cambio.

Tipos de conflictos

Conflictos intrapersonales. Son aquellos que tiene la persona consigo misma. Este tipo de conflictos surgen cuando las necesidades individuales chocan con las del grupo social al que se pertenece. Se reflejan en:

- La frustración que se genera cuando no se logra una meta a pesar del esfuerzo realizado para alcanzarla.

- El conflicto de intereses que se presenta cuando la persona desea algo que tiene aspectos negativos y positivos, o bien cuando tiene que tomar una decisión y se ve obligada a elegir entre dos alternativas incompatibles.

- El conflicto de roles que se produce cuando el rol que desempeñamos en una de las áreas de nuestra vida entra en oposición con el que desempeñamos en otra. Por ejemplo para una madre que trabaja y debe decidir entre su rol de madre y su rol profesional.

Conflictos interpersonales. Son aquellos que surgen entre dos personas y representan un serio problema porque afectan profundamente sus emociones. Pueden originarse por distintos motivos: choques de personalidad, escalas de valores opuestas, amenazas del estatus o, lo que es más común, diferencias en las percepciones y puntos de vista.

Resolución de conflictos

El proceso para solucionar conflictos comprende una serie de estrategias. Las más importantes son:

  1. Definir bien cuál es el conflicto, para mantener la objetividad y evitar descalificar a la otra parte o aludir problemas anteriores.
  2. Reconocer y respetar los sentimientos, tanto los propios como los de la otra persona.
  3. Preguntar, para que la otra persona pueda expresar sus opiniones y sentimientos y analizar las coincidencias que se presentan.
  4. Recoger las propuestas de solución, que debe presentar cada parte implicada. Ambas deben expresar, además, lo que esperan que cambie como resultado de las propuestas.
  5. Escoger entre las soluciones propuestas, es decir, elegir la más realista, razonable y práctica (no existe la solución perfecta).
  6. Implementar las alternativas de solución, que consiste en ver cómo puede mejorarse la alternativa tomada para que ambas partes queden satisfechas.
  7. Comprometerse a respetar y cumplir las propuestas, lo cual redundará en una mejor convivencia.

Actitudes ante los conflictos

Frente a los conflictos surgen reacciones que influyen en el proceso que determinarán qué camino se adopta:

- Superación. Se reconoce la existencia del conflicto y hay voluntad de superarlo.

- Negación. Se evita reconocer su existencia.

- Evasión. Se reconoce su existencia, pero no se tiene el deseo de enfrentarse a él.

- Acomodación. Se reconoce su existencia, pero se opta por no darle respuesta alguna.

- Arrogancia. Se reconoce su existencia, pero no se le da una respuesta adecuada.

- Agresividad. Se combate con una respuesta hostil, violenta o militar.

Cuando las partes implicadas reconocen la existencia del conflicto y muestran una actitud de superación, es más fácil entrar en una vía negociadora. La actitud evasiva da lugar a que se agraven las tensiones y que se produzca una escalada del conflicto. La acomodación puede suponer un aplazamiento de las hostilidades, pero no una resolución de las mismas. La arrogancia y la agresividad rechazan, por su parte, cualquier posibilidad de llegar a un diálogo que conduzca a la solución del conflicto.

¿Cómo ayudan los conflictos a los adolescentes?

Durante la adolescencia, los cambios cognitivos que afrontan los jóvenes los vuelve más propensos a entrar en conflictos con otras personas o consigo mismos. Sin embargo, esto puede ayudarlos a desarrollar una serie de habilidades, como las siguientes:

- Ensayar estrategias de resolución de problemas.

- Potenciar habilidades de comunicación y negociación.

- Desarrollar el pensamiento crítico.

- Considerar puntos de vista alternativos e incluso opuestos a los propios.

- Enfrentarse a creencias y argumentos de otros y a considerarlos como alternativas válidas, aunque no convengan.

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